“Si te resistes al cambio,
te resistes a la vida”.
-Sadhguru

De pronto llega un momento en el que nos sentimos contra pared, el camino y el rumbo que llevamos parece ya no disfrutarse, empieza a ser agotador, pierde su significado y nos vemos obligados a tomar decisiones que den un giro profundo en alguna parte de nuestra vida.

Así pasó conmigo justo a inicios del 2021, me puse de pie ante un fuerte llamado a la evolución, de esas transformaciones que atentan nuestro puerto seguro y esa zona de confort que limita, que de forma inconsciente y poco visible empieza adormecer las alas.

Si has estado ahí sabes de lo que hablo, es una sensación que te coloca frente a tu vulnerabilidad y cuando esto pasa, puedes conocer tu esencia, la que define lo que somos y el único lugar donde puede hacerse una evolución verdadera.

Hay una gran diferencia entre innovar y evolucionar. La primera se trata de mejorar lo que ya está, rediseñar o crear. La segunda transformación, es decir, convertirse en algo diferente a lo que se es.

Estamos como humanidad en un momento crucial donde no sabemos si estamos al principio, en medio o al final de una pandemia mundial, sin embargo, es sorprendente darse cuenta después de casi dos años que es nuestra propia vida y no la pandemia lo que a muchos está consumiendo. Hay demasiados hábitos que se autodestruyen, personas haciendo de todo por conservar lo que poseen o simplemente paralizados por el miedo a dejar ir y empezar de nuevo. Estamos ante un irreversible llamado a la evolución, a transformar no solo lo que hacemos, sino también lo que somos.

Tomar la decisión de dar un salto al vacío implica dar el primer paso y confiar que los siguientes se irán revelando cuando llegue el momento. Pues para evolucionar, no queda más alternativa que hacerle frente a lo que tienes por delante: el dolor, la oportunidad de crecer, el miedo, la incertidumbre, etc. Porque nadie puede ahorrarte este proceso de aprendizaje, nadie puede hacerlo en nuestro lugar.

Dar el paso a la evolución implica desde luego muchas cosas y para cada persona seguramente este proceso tiene matices diferentes, sin embargo, nada bueno puede lograrse sin ayuda cuando te encuentras en medio de un “impasse”, ese momento de la evolución donde te sientes perdido, sin rumbo, confundido y todas esas sensaciones incómodas que estamos poco preparados para habitar. Aunque cada situación es muy particular es de gran ayuda entender estos cuatro principios básicos para surfear el cambio:

1.- Los tiempos cambian, vivir es justo adaptarse al ritmo natural de la vida, cada sueño, cada anhelo tiene su tiempo. Debemos normalizar el dejar ir, aprender a tomar lo nuevo y soltar lo que ya ha caducado en nuestra vida.

2.- Respetarse es aprender que en ese momento de impasse también se está avanzando, también es parte del proceso de evolución. Sé que probablemente lo que más has aprendido es a exigirte y llevarte al límite, pero cuando se está en una transición, en ese momento donde no hay claridad es importante tener compasión de sí mismo y respetar el espacio de vulnerabilidad. A veces el miedo o cualquier sentimiento abrumador aparece porque no estamos viviendo en la vida y estamos viviendo en la mente.

3.- Respirar, meditar y estar en silencio. Me pregunto cómo puede alguien enfrentar el impasse de la evolución sin la meditación. Lo que más nos atormenta en estas etapas de la vida son los pensamientos y la única manera de apagarlos es a través del silencio, la respiración, el yoga o la meditación.

4.- Buscar ayuda. Hay que dejarse acompañar cuando solo te queda energía para sostenerte a ti mismo, hay muchos profesionales que puedan acompañarte a nivel emocional y espiritual.

La naturaleza de la vida es tal que, si permites que fluya, la vida es una experiencia hermosa. Solo tenemos que aprender a quitarnos de en medio, tenemos que dejar de ser nuestro propio obstáculo ante las oportunidades naturales de la vida.

Ponte metas altas,
después olvídate de ellas
 y centra tu atención en el camino.
-Eduardo Almada.